Francisco Rodríguez lleva toda una vida dedicado al olivar. Su padre fue uno de los noventa y nueve agricultores de la localidad jiennense de Torres que en 1963 se aventuró a emprender. Entre todos reunieron los 2.404 euros (por aquel entonces 400.000 pesetas) necesarios para convertir una vieja casa con un molino de aceite y unos 500 metros cuadrados de superficie en la primogénita Sociedad Cooperativa Nuestro Padre Jesús de la Columna.